La motivación, es una de las razones por las que nos movemos a hacer cosas, es una energía muy positiva que nos llena el cuerpo de vibración. Sin embargo, el otro día me pregunté: ¿qué sucede cuando me desmotivo? o ¿qué tengo que hacer cuando no tengo la motivación necesaria para hacer alguna actividad?
Reconozco que muchos momentos de mi vida cuando la motivación ha desaparecido he sido un desastre. Pero, ¿es acaso malo estar desmotivado? Por supuesto que no, ya que somos personas y no somos perfectos.
Sin embargo, lo que si me di cuenta es que no todas las cosas que uno puede hacer dependen exclusivamente de la motivación, debido a que ésta en sí no es constante o uniforme en el tiempo. Es por esto por lo que debemos tener un recurso alternativo para cuando este importante combustible de activación no esté. No podemos poner todos los huevos en la misma canasta, ¿cierto?
Un ejemplo, es el caso de la lectura. Muchas veces no tengo el ánimo de leer el libro que me compré. Quiero leer, pero no tengo ánimo ¿Te ha pasado a ti? Me imagino que sí. Aquí, una forma de vencer esa desmotivación es usar la causa por la que me compré ese libro, obteniendo el impulso necesario para poder avanzar y seguir con el hábito. Aunque sea por un breve tiempo, logré avanzar en el libro.
Aunque no estoy entre los más top entre los lectores para algún club de lectura, gracias a este cambio de perspectiva, es que este ha sido uno de los años que más libros he leído.
Otro ejemplo personal que puedo nombrar es sobre las ganas de entrenar y escribir en este blog, donde muchas veces y de manera frecuente, no tengo ganas de hacerlo. Ahí nuevamente, como la motivación no está, me comprometo a hacer la actividad, y apenas comienzo, increíblemente la mayoría de las veces las ganas vuelven y como que me vuelvo a enfocar.
Con esto no quiero decir que sea malo no tener ganas, ya que, como cualquier ser humano en una situación puntual, puedo decidir no entrenar, no leer o no escribir, ya que de verdad no va a pasar nada. Debo permitirme alguna licencia de manera puntual. Esto último es clave, tener un sentido de flexibilidad de vez en cuando y permitirnos fallar sin culpa. Pero debemos retomar al próximo intento para no perder el control de la situación.
Otro recurso muy importante que uso para contrarrestar la falta de motivación de ciertos momentos es pensar en el crecimiento y beneficio a largo plazo que me entrega cierta actividad. Por ejemplo, muchas veces me da mucha pereza ir a las sesiones de sicoterapia. Sin embargo, recuerdo los beneficios y la calma inmediata que me entrega la conversación con la terapeuta por lo que me permito seguir. Así mantengo o trato de mantener el control.
En este sentido, y como conclusión a esta reflexión que quise dejar hoy, lo más importante es darse cuenta de que la motivación es un gran recurso y que debemos aprovecharla cuando esté, pero que no es perfecta, ya que no es uniforme o constante durante todo el tiempo. Por esto, debemos tener otros recursos adicionales como los que ya mencioné.
Por lo que no seamos tan exigente con la motivación.